Triunfo Seattle del domingo, con factura de RD: Luis Castillo, 4 entradas y 2/3; Jorge Planco, dos jonrones y Julio Rodríguez impulsa carrera del gane con doblete  

SEATTLE — Son los rostros de la franquicia y las piezas sobre las que los Marineros han construido su presente y su futuro. Jugadores que ya están en camino al estrellato y que podrían alcanzar un estatus eterno en esta región si esta carrera de postemporada termina con un desfile.

Cal Raleigh y Julio Rodríguez, el receptor de espíritu obrero que conecta 60 jonrones y el jardinero central de cinco herramientas que disfruta los reflectores.

Forman un dúo dinámico en la parte alta del orden de los Marineros, y el domingo por la noche respondieron de manera espectacular.

Raleigh disparó un doblete hacia la esquina del jardín derecho con un out en el octavo inning, y Rodríguez lo siguió con otro doble, este al izquierdo, para impulsarlo al plato. Esos batazos consecutivos respondieron a una tensa remontada de los Tigres en la parte alta del episodio y llevaron a Seattle a una victoria 3-2 en el Juego 2 de esta Serie Divisional de la Liga Americana, un duelo que, por donde se lo mire, era de vida o muerte.

“Este fue un juego de reacción para nosotros”, dijo el mánager de los Marineros, Dan Wilson. “Y ellos hicieron exactamente eso”.

En el plano emocional, fue la primera victoria de postemporada de los Marineros en el T-Mobile Park desde el Juego 1 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana de 2001, un hecho cuya duración literalmente llevó a muchos fanáticos a las lágrimas.

Rodríguez ha abrazado esa emoción, hablando con entusiasmo sobre las aspiraciones de los Marineros pese a la falta de experiencia de la organización en este escenario. Y podría ser el símbolo perfecto del cambio en esa narrativa: un jugador con cuatro años en las Grandes Ligas, con una carrera prometedora, pero que hasta ahora había sido definido más por su potencial que por su consagración.

Por eso, lo del domingo fue, sin duda, el momento más grande de su carrera.

“Este tiene que ser el número uno”, aseguró Rodríguez. “No hemos tenido un momento así aquí en mucho tiempo, así que poder darle una victoria al equipo esta noche fue algo realmente especial para mí. Ver a los fanáticos y cómo se encendieron fue muy especial. Siempre voy a guardar ese recuerdo en mi corazón”.

Después de una derrota dolorosa en el Juego 1, los Marineros empataron la serie antes de viajar a Detroit, y lo hicieron nada menos que ante Tarik Skubal, convirtiéndose en el primer equipo en vencer al as de los Tigres tres veces en una misma temporada.

De haber perdido, Seattle habría necesitado ganar los Juegos 3 y 4 en Comerica Park sólo para forzar un quinto y decisivo juego en casa, nuevamente contra Skubal. Ese escenario aún podría presentarse, pero los Marineros demostraron, tanto a los Tigres como a sí mismos, que pueden contraatacar.

“Más que nada, fue importante responder como equipo”, expresó Rodríguez. “Siento que Cal encendió la chispa ahí, y me dio mucha alegría poder seguirle el paso”.

En esencia, Rodríguez y los Marineros dieron el golpe final en el Juego 2.

Seattle había mantenido a Detroit sin anotar hasta el octavo episodio, cuando Spencer Torkelson conectó un doblete dentro de la raya del jardín derecho para empatar el juego 2-2, luego de que Matt Brash otorgara una base por bolas a Gleyber Torres y el inicialista Josh Naylor cometiera un error que puso la del empate en circulación.

Con el impulso momentáneo a favor de los Tigres, los Marineros se mantuvieron tranquilos y confiados cuando llegó su turno al bate, ya sin Skubal en el montículo. Y cuando entró el relevista Kyle Finnegan, Raleigh y Rodríguez respondieron de inmediato.

“No es difícil”, dijo Rodríguez. “Estamos aquí para ganar, ¿sabes? No importa lo que haya pasado, si toman la ventaja o si empatan el juego. Sabemos cuál es el objetivo, y no hay tiempo para lamentarse. Hay que mantenerse en el momento”.

Antes de esa reacción de Raleigh y Rodríguez, el dominicano Jorge Polanco había conectado dos jonrones en solitario ante Skubal que le dieron al equipo el colchón necesario, apoyados por otra actuación dominante del cuerpo de pitcheo.

Entre cinco lanzadores, los Marineros solamente permitieron tres hits, la menor cantidad en la historia de la franquicia en un juego de postemporada, y fueron guiados por su roca: el quisqueyano Luis Castillo.

Castillo batalló al principio, lanzando 51 pitcheos en los primeros dos capítulos, pero luego se asentó con capítulos de nueve lanzamientos en el tercero y cuarto. Su tarea no era necesariamente superar a Skubal, sino mantener a la ofensiva de Seattle cerca, y lo logró, sin permitir hits en sus primeros 18 bateadores, hasta que Torres le conectó un sencillo al jardín derecho con dos outs en el quinto.

Ese imparable, tras su cuarta base por bolas, colocó corredores en las esquinas y puso a Wilson ante una situación similar a la que le costó el Juego 1, con su abridor en un conteo razonable de lanzamientos (85) y el peligroso Kerry Carpenter en turno.

Esta vez, sin embargo, Wilson recurrió al zurdo de confianza Gabe Speier, quien ya calentaba la noche anterior cuando George Kirby permitió el jonrón decisivo. En esta ocasión, Speier sacó a los Marineros del aprieto con un enorme ponche.

Después, Castillo fue captado en el dugout apretando el puño derecho, en el gesto característico de su apodo, La Piedra.

“Cuando Speier subió al montículo, me quedé ahí porque quería mostrar mi apoyo, especialmente en estos momentos”, declaró Castillo. “Eso es lo mejor que puedes hacer, mostrar respaldo. Y no importa quién entre, sabes que va a cumplir con su trabajo”.

Speier fue el primero de otra sólida cadena de relevistas, cuyo cierre estuvo a cargo de Andrés Muñoz, quien –un día después de lanzar dos innings, la mayor carga de su carrera con los Marineros– aseguró su primer salvamento de postemporada.

El dos veces All-Star se encargó de sellar el triunfo y garantizar que, si los Marineros enfrentan eliminación en esta SDLA, no será en una noche en la que estaban contra las cuerdas.