Necropsia revela presidente Jovenel Moïse fue rudamente torturado en su pie y brazo derecho; recibió 12 impactos de fusil y pistola, tiro en la frente y en cada tetilla

HAITÍ, Puerto Príncipe.- El presidente de Haití, Jovenel Moïse, recibió 12 impactos de fusil y de pistola nueve milímetros, orificios de bala en su frente y en cada pezón (testillas), tres disparos en la cadera, otro en el abdomen, y su brazo y pie derechos fracturados.
La necropsia del asesinado presidente de Haití, Jovenel Moïse, y varias cámaras de seguridad están dejando en evidencia lo que ocurrió entre la noche del seis y la madrugada del siete de julio, en Pétion-Ville, el exclusivo barrio de Puerto Príncipe en donde está ubicada la residencia del mandatario.
Agencias de cuatro países están investigando quién está detrás del magnicidio de Moïse, quien llevaba cinco años al frente de ese convulsionado país.

En las calles de su capital, hordas de ciudadanos y autoridades desplegaron una cacería de los miembros del comando armado que estuvo en el lugar del crimen. Mientras tanto, el primer ministro, Claude Joseph, declaró el estado de sitio.
Como si las cosas no pudieran estar peor, 24 horas después del magnicidio, el comandante de la Policía, León Charles, soltó una carga de profundidad.

Reveló que 26 colombianos conformaban el comando armado, tres de los cuales fueron aniquilados en la Rue Pinchinat, en Pétion.

Para ese momento, Charles ya tenía en sus manos un informe con datos de los exmilitares que el presidente Iván Duque había ordenado elaborar con sigilo para las autoridades haitianas.

Además, se pactó que personal de inteligencia de la Policía y de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) apoyaran en el terreno la indagación en la que ya avanza el FBI.

Reclutadores y Herard

Sin que la investigación siquiera tome impulso, la noticia de que exmilitares colombianos estaban involucrados en el magnicidio le dio la vuelta al mundo. Internacionalmente se habla de Colombia como una cantera de mercenarios, residuos del conflicto interno.
Por ahora hay constancia de que hay siete civiles y 13 exmilitares –dos oficiales, tres suboficiales y ocho soldados (todos retirados)– implicados en los hechos. Pero son más.

A través de un familiar, el rotativo colombiano EL TIEMPO tuvo contacto con uno de los militares colombianos, quien narró cómo terminó acorralado en Haití, después de ser un uniformado condecorado.
A él, dice, lo contactó el sargento viceprimero (r.) Duberney Capador, de 40 años, quien murió después del operativo.

Capador estuvo asignado a la Brigada 30 de Cúcuta, hasta enero de 2020, la misma del carro bomba de hace cuatro semanas, pero más allá de ese detalle, se le ubica como uno de los reclutadores, aunque allegados lo niegan.

También se indaga si Marco Antonio Palacios, quien viajó con el grupo, tiene ascendencia haitiana.

Y el FBI rastrea si la empresa de seguridad privada de Dimitri Hérard,el jefe de seguridad del Palacio Nacional, contactó a los colombianos.
Además, se quiere establecer qué hizo Hérard en su viaje relámpago a Ecuador el 22 de mayo de este año –país donde fue entrenado, en 2012–, y que incluyó una escala en Bogotá.
Dimitri Hérard ya venía siendo investigado por presunto tráfico de armas. Y está citado a declarar la próxima semana, junto con Jean Laguel Civil, coordinador de seguridad del presidente Moïse.
Las autoridades quieren que expliquen cómo permitieron que el presidente fuera torturado con saña y luego asesinado en su propia residencia; por qué nadie del anillo de seguridad resultó heridoy cómo ingresó el comando armado sin ser detectado y sin que hubiera siquiera un intercambio de disparos.

Según el exmilitar colombiano contactado por EL TIEMPO, en Haití ocultan información.

Dice que el ingreso de colombianos a ese país fue rápido y sin preguntas. Y les dijeron que estaban siendo contratados por el Gobierno.
“Como en mayo o junio, se creó un grupo de WhatsApp en el que empezaron a ofrecer el trabajo.

La idea era prestar seguridad en sectores golpeados por bandas de secuestradores, en especial una que opera en Laule 12.

Además, proteger al Presidente si se requería. Ofrecían entre 2.300 y 2.800 dólares al mes, dependiendo del entrenamiento”, explicó.
Y agregó que, para enganchar gente, hubo reuniones en hoteles de la zona de Corferías, en Bogotá.

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