Suelten a la gente, así encuentran la peor forma de morir: el coronavirus
Los dominicanos hemos demostrado que somos los animales más difíciles de domesticar.
Es una vergüenza ajena ver a decenas y cientos de personas en plazas públicas, aglomeraciones, bebiendo, comiendo, bailando, en medio de una crisis que ha puesto al mundo de cabeza, buscando la forma de evitar su propagación y le ha sido imposible.
Grandes potencias que han hecho todos los esfuerzos habidos y por haber para evitar la propagación del coronavirus y no han podido; naciones con una inmensa cantidad de recursos económicos y tecnológicos continúan asustados por no haber encontrado la más mínima forma de disminuir el contagio de la enfermedad, y no han podido; entonces, que le espera a países como República Dominicana, donde a las autoridades ya les duele “el galillo”, están roncos de la garganta solicitando a la población que no es tiempo de salir a divertirse y exponerse.
Lo que sucede en República Dominicana es difícil de explicar, porque no es posible que nos pasemos cuatro meses diciendo lo mismo y la gente no entiende.
Ese desafío constante de la gente a una enfermedad como Covid-19 o coronavirus, nos pone a pensar que, a pesar de los adelantos del país, lo bien que estamos en tecnología y el modernismo que exhibimos en diversas áreas, no ha valido la pena, y no ha valido la pena, porque hemos criado borregos, estúpidos, gente que no le importa su familia, amigos, cercanos y que no les importa ni ellos mismos.
Es penoso, muy penoso, ver un paciente con un ventilador, entubado, buscando aire y sin poder hallarlo, por diez, 11, 12 días, y luego nos llega la noticia de que esa persona murió.
Sin embargo, no nos detenemos a pensar, que esa persona pudo haber sido mi hermano, mi papá, mi madre o hasta yo mismo. Y no lo pensamos, porque la clase de personas de las dos o tres últimas décadas, son egoístas, no les importa el prójimo en lo más mínimo, solo les interesa el presente, saben de todo, y lo peor, se siente Superman, aunque sean los más pusilánime, miedosos y buenos para nada.
No hay policía ni militar que detenga a esa juventud desenfrenada que salga a las calles a divertirse, con lo que exponen a los mayores que dejan a sus casas, que son los más vulnerables, por lo que la recomendación sería que los suelten a todos, y recogerlos en la misma fiesta y depositarlos en el Centro Olímpico, todos juntos, obligados a cumplir una cuarentena.
No podemos continuar colapsando los hospitales de enfermos de gente responsable, por irresponsables como los que hemos vito en fiestas en plazas públicas, sin medir consecuencias.
Las autoridades no deben hacer un solo llamado ya de recogimiento, ya “jartan” y cansan, no somos muchachos para que cuiden nuestras vidas, porque si a ti tú vida no te vale nada, te aseguro que a mí me vales mucho menos; si a ti no te importa tú vida, pues menos me importas a mí.