Una nueva policía funcional, apostemos a todo o a nada
No es la primera vez que la Policía Nacional está en medio de una hoguera. La mayoría de los “jefes”, ahora directores policiales, se han visto envueltos, de manera directa, al menos sus gestiones, en situaciones extraordinariamente difíciles, pero ninguno ha tenido en tan poco tiempo, una envestida en su contra como la padecida por el actual, Edward González Sánchez.
El director policial, desde que llegó al puesto en el 2020, ha estado como la arepa, “candela por abajo y candela por arriba”, resistiendo el asesinato de los pastores evangélicos en Villa Altagracia, lo que lo estremeció y ahora, otra envestida, con el asesinato de la arquitecta Leslie Rosado Marte.
Lo preocupante del caso, es que González Sánchez, está siendo estremecido por sus propios agentes, por sus subalternos, tanto en Villa Altagracia como en Boca Chica.
Desde el inicio del gobierno de Luis Abinader, se ha planteado una reforma policial, lo que es agitado por el asesinato de Rosado Marte, más otras males acciones policiales, sin embargo, es muy fácil de hablar de reforma policial, pero muy difícil, llevarlo a la práctica.
La reforma de la Policía Nacional es torpedeada por los propios agentes, quienes saben que los cambios podrían dejarlos fuera.
Es verdad que el general González Sánchez es un “jefe” policial flojo, sin la calle que da el “tigueraje”, porque según quienes lo conocen, ha sido un policía de oficina, escritorio, sin conocer las calles y callejones, donde habitan los más feroces delincuentes de la República Dominicana.
Es muy posible que el director de la Policía Nacional, de acuerdo a sus conocidos, jamás ha entrado a los sectores Capotillo, Los Guandules, La Zurza, Katanga, La Ciénaga, y otros, donde para penetrar hay que pedirle permiso a los antisociales, pero que son conocidos por los policías del día a día.
Quienes están pensando que una reforma policial se hace en un santiamén, están muy equivocados, porque por más voluntad política que haya, es un proceso bastante largo y tedioso, que se sabe cuándo inicia, pero no cuando termina.
Se requiere una reforma policial, pero no una chapucería, se quiere una nueva policía, donde todos estemos representados, porque de lo contrario, no valdría la pena perder el tiempo.
Exijamos una nueva policía, donde no exista el “macuteo” y abusadores, porque de lo contrario, de nada valdría “sancochar” un deseo, una disposición de una institución podrida de arriba abajo.
Hay muy buenos agentes policiales, pero también hay otros que son muy malos, y todos sabemos que “una guayaba podrida”, afecta el costal de las que están buenas.
Modifiquemos la Policía Nacional, pero hagamos los cambios que sean necesarios, porque en esta ocasión, se apuesta a todo, o a nada.