Jennifer Lawrence en la cima de Hollywood al cumplir sus 30 años
Tras ganar un Oscar y ser durante años una de las mejores pagadas de la industria, la actriz elige escrupulosamente sus trabajos, apuesta por el cine de autor y ha encontrado en el activismo su gran inspiración
Jennifer Lawrence se interesó por la interpretación cuando comenzó a participar en las obras de teatro de la escuela de su Kentucky natal.
Una afición que se incrementó cuando descubrió que subir a un escenario y ponerse en el papel de otra persona servía a la entonces adolescente para evadirse de esa ansiedad social que le provocaba el bullying que ha reconocido sufría en clase por parte de sus compañeros.
Su empeño en convencer a sus padres de que la actuación era a lo que verdaderamente quería dedicarse y el esfuerzo de sus progenitores para que cumpliera su sueño ha dado como resultado a la que hoy es una estrella mundialmente conocida.
Esa niña de cabello claro, cara redonda y fuerte carácter que a los 14 años fue descubierta por un agente mientras disfrutaba de unas vacaciones familiares en Nueva York nunca pudo imaginar que a sus 30 años —que cumple este sábado 15 de agosto— se habría convertido en una de las actrices más reputadas y cotizadas de Hollywood.
Con un Oscar bajo el brazo por la película El lado bueno de las cosas (2013), después de ganarse al público adolescente por su papel de Kadniss Everdeen en la tetralogía de Los juegos del hambre, y protagonizar grandes éxitos en taquilla, Jennifer Lawrence podría considerar que ya tiene completa su carrera en la meca del cine, sin embargo, ella tiene ganas de más.
Centrada en su activismo, al que le está dedicando toda su atención después de tomarse un par de años sabáticos de la interpretación, Lawrence busca ayudar a los jóvenes a vivir en un sistema político como el actual.
Para ello colabora con Represent Us, la organización que lucha contra la corrupción política y para concienciar a las futuras generaciones. Con ellos ha trabajado en diferentes conferencias y ha protagonizado el documental Unbreaking America: Solving the Corruption Crisis, donde también trata la discriminación racial en Estados Unidos.
Esa necesidad por generar un cambio en el sistema no es nueva. La que durante 2015 y 2016 fue la actriz mejor pagada de Hollywood lleva años luchando por la desigualdad salarial.
“Ser mujer en un entorno profesional muy masculino, tener que negociar constantemente y continuar enfrentándose contra un muro, no es fácil. Puedes tener mérito, éxito pero siempre te vas a terminar chocando con ese obstáculo, no puedes tener relaciones de igual a igual”, dijo en una entrevista con Paris Match. No es la única causa por la que se ha movilizado.
Lawrence ha hablado en contra de los estereotipos de belleza después de sufrir lo cruel que puede ser la industria especialmente con las mujeres.
“Tuve que enfrentarme a la clase de mierda por la que tenemos que pasar todas las actrices. Me llamaron gorda y me dijeron que me iban a despedir si no adelgazaba bastantes kilos”, contó en una ocasión a Harper’s Bazaar quien es la embajadora fetiche de Dior desde 2012.
Y también ha sido una de las caras más visibles cuando Hollywood se tiñó de negro en pos del feminismo.
Aunque tuvo que aclarar públicamente que ella nunca había mantenido ninguna relación más allá de lo profesional con Harvey Weinstein, la actriz aseguró estar del lado de las mujeres que denunciaron los abusos cometidos por el productor caído en desgracia: “Si bien yo no he sido victimizada personalmente por Harvey Weinstein, respaldo a las mujeres que han sobrevivido a sus terribles abusos y las aplaudo por usar todos los medios necesarios para llevarlo ante la justicia, ya sea a través de acciones criminales o civiles”.
Decir siempre lo que piensa y la espontaneidad son dos de las virtudes que más destacan los que han trabajado con ella. “Jen es esa persona con la que necesitas estar cuando no puedes dormir”, dijo de ella Bradley Cooper, su compañero en El lado bueno de las cosas. También la torpeza, como ha quedado reflejado en los múltiples tropiezos que ha sufrido en varias ceremonias de los Oscar.
La naturalidad que desprende para salir de esos contratiempos también forma parte de su fuerte personalidad. Esa que se vio dañada cuando en 2014 fue víctima de un hackeo masivo que difundió sus fotos desnuda por toda la red.
“La sensación es como si el planeta entero me hubiera violado en grupo”, se sinceró la actriz tres años más tarde sobre lo que sintió entonces con solo 24 años.
Considerada por su talento, belleza y éxitos como la nueva novia de América, cogiendo el testigo de Julia Roberts o Meg Ryan, la vida sentimental de Lawrence también suscita un gran interés.
La prensa del corazón la ha relacionado con todos los personajes masculinos de cada uno de sus trabajos pero ella siempre se ha mantenido al margen.
Rumores o habladurías que quedaron zanjadas el pasado octubre, cuando la actriz de Joy se casó con Cooke Maroney, un comerciante de arte a quien conoció un año antes gracias a amigos en común, en una ceremonia íntima en la que estuvo acompañada de grandes amigos de profesión, como Emma Stone.
Alejada del cine más comercial desde Gorrión Rojo (2018) —el estreno el año pasado de Dark Phoenix de Marvel pasó inadvertido— Lawrence ha aprovechado estos años para volver al cine independiente, el mismo con el que empezó a dar sus primeros pasos.
También ha creado una productora, Excellent Cadaver, con la que prepara proyectos más personales, como la cinta cuyo guión escribió a cuatro manos junto a su gran amiga Amy Schumer y que por ahora sigue guardada en el cajón, y también un cine de autor como Mob Girl, la película que producirá y protagonizará bajo las órdenes de Paolo Sorrentino. Con 30 años recién cumplidos, a Jennifer Lawrence todavía le queda mucho por enseñar.