La iglesia Católica en el sermón 7 palabras pone al desnudo Gobierno en violencia intrafamiliar, deforestación, salud, hacinamientos en cárceles, inseguridad ciudadana y otros

Santo Domingo.- El sermón de las siete palabras, que cada año, el Día de Viernes Santos, emite la iglesia católica, se convirtió, en esta ocasión en una ruda crítica al Gobierno, en diferentes aspectos, aplatanando cada uno de los mensajes religiosos a la realidad que padece el pueblo domingo, pero que al parecer, las autoridades están ciegas, sordas o mudas, o peor aún, no viven en el planeta tierra.

El párroco Roberto Martínez, tuvo a su cargo la primera palabra del evangelio: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”:

Expresa que vez Jesús fue llevado al Calvario, fue despojado de sus vestiduras. Se le clavó dolorosamente a la cruz y se le alzó en medio de dos ladrones.

Fue en ese momento, al comenzar el tiempo culminante de su pasión, que pronunció unas palabras de perdón para sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

¿Qué significa en sí mismas? ¿Qué significa para nosotros hoy?

Jesús estaba sufriendo el peor castigo que alguien podía recibir, había sido azotado, golpeado, sus manos y sus pies habían sido clavados en el madero de la cruz. Los soldados romanos estaban acostumbrados a recibir insultos, ofensas, maldiciones, de parte de todos aquellos que eran crucificados. Pero Jesús pedía perdón, como hoy sigue pidiendo perdón ante las injusticias sociales, humanas y ambientales.

Jesús aclara al padre la razón por la que pide perdón de sus verdugos “porque no saben lo que hacen”.

La creación conceptual del hombre verde es un invento engañoso originado para mantener ocultos a los verdaderos responsables del deterioro ambiental.

La República Dominicana es un país que comparte una isla pequeña del archipiélago Las Antillas, nuestro territorio tiene alta fragilidad ambiental, mantener el equilibrio del ecosistema para sostener la vida aquí, por largo período, exige regular y frenar las actividades de gran impacto en los recursos naturales.

Segunda palabra

La segunda palabra fue leído por el reverendo padre,  Nicolás Cuello Hernández.

“Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”

En el calvario a los lejos se podían ver tres cruces, eran Jesús y dos ladrones uno a la derecha y otro a la izquierda. El episodio de la cruz era desgarrador, la sangre de los tres formaba un mismo charco, pero, como dice nuestro padre San Agustín, aunque para los tres la pena era la misma, cada uno moría por una causa distinta.

Es necesario que nosotros escuchemos y entendamos estas palabras con toda la fuerza y seguridad con que Jesús las pronunció: “Yo te aseguro”.

“Conmigo en el paraíso”, con estas palabras Jesús nos entrega un mensaje de esperanza, la promesa que todos tenemos que oír.

Decimos con la boca que le amamos y le vamos a seguir siempre, pero le negamos, le abandonamos y le cerramos las puertas de nuestro corazón.

Conmovido por Jesús y dos ladrones que se desangran en la cruz, nos compadecemos por muchos dominicanos y dominicanas que se desangran y pierden sus vidas porque no pueden ser atendidos en nuestros hospitales. Queremos fijar nuestra mirada en el sector salud. Por décadas hemos tenido un sistema de salud ineficiente y desigual debido a la mala administración pública, donde los recursos no han llegado a los hospitales y a los centros de salud sino a las manos de algunos que, como Gestas, no tienen temor de Dios. Sentimos compasión por los enfermos pobres que visitan los hospitales. Sentimos compasión por los enfermos que mueren en sus casas por falta de recursos. Sentimos compasión por los enfermos mentales. Sentimos compasión por los que necesitan medicamentos de alto costos. Sentimos compasión por los médicos, las enfermeras y por el personal administrativo de los hospitales. En un lenguaje cinematográfico tendríamos que decir que ellos son protagonistas. Trabajando a manos peladas, con pocos recursos y con poco o casi nada de insumos médicos. Hacemos un llamado de atención al gobierno y al sector salud, para que esto mejore, por el bienestar de todos los dominicanos.

La tercera palabra fue leída por el diácono: Luis Sandy Cabrera

Diácono: Luis Sandy Cabrera: «Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre»

En el silencio desgarrador del Calvario, entre el dolor y la redención, Jesús nos regala una lección de amor. Desde la cruz, con el alma entregada y el cuerpo quebrantado, no piensa en sí mismo, sino en nosotros. A María, le dice: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». A Juan y a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre».

En ese momento sagrado, Jesús no solo cuida de su Madre, sino que nos la entrega como un tesoro. María, la que guardó todos los misterios en su corazón, ahora es nuestra Madre.

Aunque los relatos de la resurrección no mencionan explícitamente a María, su silencio no es ausencia, sino una presencia serena y fiel que trasciende las palabras.

Con María en medio de la comunidad, la promesa de Jesús se vuelve más cercana, más humana, más real.

Madre ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre San Buenaventura (1217–1274).

En ella se reflejan los sufrimientos humanos más profundos: la injusticia, la inseguridad ciudadana, la pérdida, la traición, la impotencia y la fe puesta a prueba. Sus manos tiemblan al intentar acariciar ese rostro que se desvanece, sus ojos reflejan el tormento de quien presencia lo impensable: la partida injusta de un ser amado.

Este sufrimiento es el dolor primigenio que atraviesa el alma como una espada, es el mismo que hoy estremece a nuestra sociedad ante el flagelo imparable de la inseguridad ciudadana.

Ese mismo dolor lo experimentamos hoy como sociedad al presenciar cómo la inseguridad ciudadana crece sin control, cómo se expande como una mancha de aceite que contamina cada rincón de nuestra convivencia.

Las calles que antes fueron testigos de juegos infantiles y tertulias vecinales hoy son escenarios de terror donde cualquier persona puede convertirse en víctima.

El miedo ha tejido su telaraña en el corazón de nuestras ciudades, paralizando la vida cotidiana y envenenando las relaciones humanas con desconfianza y recelo.

La cuarta palabra del sermón de las siete palabras fue leída por Juan María Durán.

Juan María Durán: Dios mío Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

La cuarta palabra de Jesús en la cruz nos presenta la imagen de un grito de esperanza al sentirse en abandono ante los ultrajes, la humillación y desamparo que experimenta colgado en el madero; es un grito de agonía y desconsuelo.

Esta expresión de Jesús evidentemente en su naturaleza humana frente a su agonía,  nos invita a reflexionar, a entrar en nosotros y pensar cuántas veces en nuestras vidas nos hemos sentido abandonados o desamparados, sin esperanza o cuántas veces hemos deseado no pasar por algún momento difícil.

Vemos en este contexto que la vida del cristiano es un paso de la muerte a la vida, recordemos con mucho pesar la tragedia acontecida recientemente en nuestro país donde nos llenamos de dolor, de  luto y angustia ante esta catástrofe en un centro de diversión de nuestra ciudad, es entonces en donde Cristo nos hace recordar su propio sufrimiento y solo desde esta dimensión podríamos transformar este momento de silencio y oscuridad en  un paso de victoria, porque lo extraordinario de Jesús es que por medio de él siempre podemos sacar el bien ante el mal, la felicidad ante el sufrimiento, y la  vida ante la muerte misma. 

Como ciudadanos que transitamos por nuestras calles y avenidas experimentamos a diario la amarga experiencia de sentirnos abandonados y desprotegidos  vemos con alta preocupación cómo  incrementa cada año el número de víctimas fatales por causa de accidentes de tránsito según el Observatorio Permanente de Seguridad Vial (Opsevi)  sólo en el año 2024 unas 3,114 personas perdieron la vida en accidentes de tránsito.

Aquí no estamos  contando la gran cantidad de lesiones físicas unas transitorias y otras permanente agregándole también los traumas emocionales y las consecuencias sociales para las familias, el estado y las empresas.

si observamos los datos reportados  del año 2023  por la misma entidad y lo comparamos con el pasado año veremos que la situación se mantiene ya que para ese año unos 3 mil 128 ciudadanos también perdieron sus vidas en nuestras calles reduciéndose apenas en un 0.45%.

Queridos hermanos un promedio de ocho personas pierden la vida diariamente en nuestro país a causa de accidentes de tránsito.

Ante esta triste y oscura realidad que coloca a nuestro país como uno de los países  más inseguros en materia de  seguridad vial,  entendemos  por consiguiente que como sociedad debemos revisarnos, debemos hacer un alto en el camino e iniciar con propósito firme a  ser un país modelo en la forma de conducir, pues somos reconocidos en otros países que nos visitan como modelos de manejos temerarios, es común observar como los ciudadanos irrespetan las señales de tránsito y circulan libremente vehículos pesados y de cargas de materiales con neumáticos desgastados, sin lonas verdaderas de protección, sin cumplir la altura máxima permitida de cargas, además con  alto grado de contaminación y manejo desaprensivo; así también como vehículos de transporte colectivos ya sean públicos o privados donde cada día nos sorprenden a todos generando accidentes al punto que provoca al resto de los ciudadanos a manejar de manera defensiva como si pareciera un video juego.

Diácono Frank Luis de la Cruz, nos deja la quinta palabra.

Diácono: Frank Luis de la Cruz: “Tengo sed”

En el momento culminante de su sacrificio, Jesús expresa su sed en la cruz: «Tengo sed.»

Este grito no solo refleja su sufrimiento físico, sino que también simboliza su deseo de que la humanidad reconozca su necesidad de salvación.

En este aspecto quiero resaltar el inmenso trabajo que realiza la Pastoral Penitenciaria, quienes ven a Jesús en cada privado de libertad. A ellos debemos ayudar a calmar su sed, tanto física como espiritual.

También nuestros hombres y mujeres privados de libertad, y quizás ellos más que nadie, tienen sed de Jesucristo, sed de encontrar la luz de la vida, sed de Evangelio y sed de reconciliación.

Uno de los desafíos más urgentes de la pastoral penitenciaria es la defensa de los derechos humanos de las personas privadas de su libertad.

La violación de los derechos humanos en las prisiones provoca mayor marginación, exclusión y sufrimiento.

La Iglesia cree y proclama que los derechos humanos son universales, inviolables e inalienables, que deben ser protegidos en su totalidad.

Ahora bien, dando un paso más hacia adelante, podríamos preguntarnos: ¿Cómo anda nuestro sistema penitenciario?

La ley 113-21 significó un aliento para este sector, damos gracias a Dios porque se ha anunciado la apertura de la nueva cárcel de las Parras, pero es urgente la construcción de más cárceles, el siete de enero que es el día del poder judicial, el mismo presidente de la Suprema Corte de Justicia admitió que el principal problema que tiene el sistema de justicia en la República Dominicana es la “Mora Judicial”.

Esta mora judicial admitida tiene rostros, tiene nombres, en los internos preventivos incontables que con medidas de coerción reenviadas sin ser condenados se pudren en nuestras cárceles.

Esta misma “mora judicial” genera el hacinamiento más terrible y perverso que nos podemos imaginar.

Una celda para 40 internos donde viven 200.

Además de problemas con la alimentación, se evidencia un precario sistema de salud, ya que los consultorios médicos de los centros penitenciarios no tienen herramientas necesarias para tratar con prontitud a los internos enfermos.

Es por ello por lo que la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica quiere aportar su trabajo de evangelización y catequesis para animar a esos hermanos a que descubran su dignidad de hijos de Dios, para ello se está creando un equipo jurídico que ayude a agilizar los casos estancados en la “Mora Judicial” admitida por los jueces.

La sexta palabra fue leída por la hermana: Carmen Dolores Ferrer, de la Congregación Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha

Carmen dolores Ferrer: “Todo está consumado”

La hermana Carmen Dolores, comenzó su reflexión compartiendo unos versos de uno de los más fieles testimonios del evangelio en su gran patria caribeña-latinoamericana, pastor, profeta y poeta de estas tierras sufridas, Don Pedro Casaldáliga:

El mundo aún no es como Dios lo soñó y como Jesús lo intentó.

En nuestra realidad todavía existe mucho anti-reino.

Existe la exclusión de grandes sectores de población, de seres humanos considerados «desechables o descartables», por no ser funcionales ni productivos a la lógica del sistema.

Ha crecido el desempleo por falta de fuentes de trabajo, el hacinamiento urbano por falta de espacios y lugares propicios para vivir con dignidad en nuestras ciudades.

Continua la explotación y la destrucción indiscriminada de los recursos naturales y la contaminación del medio ambiente.

Campean los antivalores, abunda la violencia, la corrupción, nos rodea la muerte y muchas otras acciones cotidianas a las que nos hemos acostumbrado, la desigual e injusta distribución de la riqueza que acentúa la pobreza con nuevos y viejos rostros.

“Sobre todo, nuestros pueblos están sometidos a prácticas económicas y financieras altamente desiguales que favorecen el enriquecimiento ilícito de unos pocos a costa de la explotación de muchos, especialmente los trabajadores, los obreros, los campesinos. Y no podemos dejar de  mencionar la multiplicación y expansión de los factores armados y las guerras fratricidas; el crecimiento del narcotráfico y los grupos delincuenciales, la proliferación de comunidades marginadas y desprotegidas ante el embate del egoísmo del poder económico, la desigualdad social y cultural de nuestra gente y la implementación y desarrollo de políticas gubernamentales asistencialistas y populistas que mantienen la profunda e insalvable brecha entre ricos y pobres”, expresó Carmen Dolores Ferrer.

La séptima palabra fue leída por la franciscana,  licenciada Bárbara Suárez, coordinadora de la Pastoral Infantil de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Villa Duarte y de la Escuela de Ministerio Laicales de la Vicaria Villa Duarte – Las Américas

Bárbara Suárez: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Con esta última palabra de Jesús en la cruz, reflexiono en las veces que no he podido entregar mi espíritu al Padre, cuantas veces buscamos nuestros propios medios para resolver las situaciones que se nos presentan en la vida, cuantas veces creemos que la solución está en lo que pueda lograr por mis propios medios, y no en lo que Dios es capaz de hacer.

Hoy, se nos pide reflexionar sobre La violencia intrafamiliar y los feminicidios, para poder entrar en la reflexión, es importante recordar cual es la posición de la familia en el Plan Divino, en nuestra historia de salvación.

Dios creó al hombre y a la mujer para que fueran una misma carne, esto lo leemos en el primer libro del Génesis, por lo tanto, desde la creación, Dios creó la unión conyugal; el matrimonio, y por ende la familia.

“La iglesia considera la familia como primera sociedad natural y la primera sociedad humana, las personas y el buen funcionamiento de la sociedad están estrechamente relacionados con la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar ·sin familias fuertes en la comunión y estables en el compromiso, los pueblos se debilitan”, expresó.

“Hoy, nuestra sociedad está fragmentada por el flagelo de los feminicidios y de la violencia intrafamiliar, se ha desnaturalizado el fin de la familia”, dijo.

 “Es impresionante el número de mujeres golpeadas, ofendidas, abusadas. Las distintas formas de malos tratos que sufren muchas mujeres son una cobardía y una degradación para los hombres y para toda la humanidad, los testimonios de las víctimas que se atreven a romper su silencio son un grito de socorro que no podemos ignorar, no podemos mirar a otro lado”, manifestó La señora Suárez.

Afirmó que hoy, esta realidad de violencia intrafamiliar y de feminicidios, sacude fuerte y vergonzosamente a la República Dominicana, cuando las cifras alarmantes de feminicidios en el primer trimestre alcanzan a 17 mujeres, cientos de denuncias de violencia intrafamiliar hechos al Ministerio Publico, decenas de familias enlutadas, decenas de niños, niñas y adolescentes que quedan desamparados, sin mamá y sin papá.

Aseguró que la situación de la violencia intrafamiliar y de los feminicidios es un problema social, que debe ser declarado emergencia nacional por el impacto que tiene para la sociedad, para las familias.

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