Los dominicanos no votaron el cinco de julio contra Gonzalo Castillo; castigaron con sus sufragios al PLD
En las elecciones del pasado cinco de julio, los dominicanos escogieron a un nuevo presidente de la República, con la elección de Luis Abinader, quien obtuvo más del 52% del total de sufragios, lo que ha llenado una gran parte de ciudadanos de regocijo.
En esas elecciones, no se votó a favor de, sino en contra de.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con 16 años en el poder de forma seguida, lucía desgastado, oxidado, por lo que muchos votantes sufragaron en su contra, no porque haya hecho malos gobiernos, sino porque estaban cansados de ver a la misma gente en el Estado.
El PLD perdió, no perdió Gonzalo Castillo. En las elecciones del domingo, el PLD hubiera puesto como candidato al mejor, a Jesús Cristo, igual iba a perder las elecciones.
Los dominicanos no votaron a favor de Luis Abinader ni en contra de Gonzalo Castillo; votaron en contra del PLD y de un grupo de funcionarios del Gobierno que cada vez que hablaban le hacen un “hueco” a cualquier candidato.
El candidato del PLD no era malo, es posible que haya sido el mejor, y si Gonzalo no hubiera sido el nominado por el partido oficial, la pela que le iba a dar el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Luis Abinader, iba a ser superior al 70%, porque los peledeistas no tienen un hombre que se lanzara a las calles, provincia por provincia, municipio por municipio, barrio por barrio, a hacer lo que hizo Castillo.
Ningún dirigente del PLD que fuera candidato iba a regresar a República Dominicana tantas personas varadas en diferentes partes del mundo.
Si el candidato no hubiera sido Gonzalo, la pela pudo haber sido peor, y en vez de seis senadores, es posible que el PLD hoy tuviera dos o tres, no más.
Ojalá y aprendan la lección, y que jamás se les olvide que un voto del más rico, tiene el mismo valor del más pobres, y que el dinero no hace al hombre popular, y si quieren un botón: Radhamés Camacho, uno de los hombres más poderoso económicamente, pero al mismo tiempo, uno de los más odiados.