Presidente Abinader se agarra de popularidad inexistente para modificar Constitución; un 33% de simpatía popular no es sinónimo de líder
El presidente Luis Abinader se ha involucrado en una serie de reformas, contando con la “mayoría aplastante” en el Congreso, que si analizamos fríamente el “liderazgo” del jefe de Estado, podemos advertir que podría ser muy peligroso, tomando en cuenta el poco porcentaje obtenido en las elecciones recién pasadas.
Es verdad que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) obtuvo la mayoría de los ayuntamientos en febrero, y también es verdad que sacó mayoría de senadores y diputados en mayo, y que su candidato presidencial, Luis Abinader, ganó los comicios en la primera vuelta de una forma holgada, pero, de los votos emitidos.
Pero, es mentira que el PRM y el presidente Abinader tengan a su favor ni a un 35% de los dominicanos, para pretender “voltear a RD boca abajo”, con el respaldo solo, de sus seguidores, que al día de hoy, debido al colapso de la mayoría de los servicios, es menos.
Un líder jamás podrá construirse obteniendo solo el 33% del conglomerado, que fue lo que pasó con el triunfo con más del 50%+1 del presidente Abinader en mayo, cuando obtuvo un poco más de dos millones 500 mil votos, de una matrícula inscrita en la Junta Central Electoral (JCE), superior a los ocho millones 200 mil dominicanos.
Y si nos vamos a las estadísticas de la cantidad de dominicanos, la situación es peor, porque según el último censo, República Dominicana tiene un poco más de 12 millones de habitantes (dominicanos), lo que significaría, que el presidente Abinader, habría ganado las pasadas elecciones presidenciales, con un pírrico 22% (aproximadamente) de la cantidad de dominicanos.
Tomando en cuenta el primer escenario, donde el presidente Abinader obtuvo el 33% de los votos emitidos, significa que el 67% no votó a su favor, que, si rechazara sus acciones en las calles, le tumbaría el pulso fácil al Gobierno, y no podría hacer las pretensiones que hasta ahora, tiene sometido al Congreso.
Pero si tomamos en cuenta el segundo escenario, donde solo tiene una representación de un 22%, y el restante 78% en contra, la situación es peor, porque si ese conglomerado decide “cualquier cosa”, sería difícil que el Gobierno del PRM y el presidente Abinader puedan hacer nada.
Claro, pueden hacer lo que quieran en el Congreso, pero si esa multitud de un 67% se lanza a las calles a protestar, no los aguanta nadie.
El liderazgo de Abinader es muy ínfimo para pretender tomar una serie de modificaciones a la Constitución, que se evidencia, no tiene el respaldo de la mayoría de los dominicanos, ni de sus propios legisladores.
República Dominicana no necesita, por ahora, la mayoría de las propuestas de modificaciones a la Carta Magna hecho por el presidente Abinader, y las mismas, no son más que un “puro capricho del jefe de Estado”, que podría traer más cosas negativas que positivas.
Este 2024 es un año difícil, y lo sabe el Gobierno, y el sometimiento de esa serie de modificaciones al Congreso, donde los senadores y diputados del PRM han sido advertidos para que no voten en contra, podría ser una distracción ante los tantos problemas nacionales.
Los diputados y senadores del PRM tendrán que votar por los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo, porque de lo contrario, serían “sancionados”, por lo que la libertad, el pluralismo, la democracia y transparencia que tanto enarbola el Gobierno, solo “es de la boca hacia afuera”.
República Dominicana tiene demasiados problemas creados por la inoperancia, ineptitud, incapacidad, prepotencia y arrogancia de los funcionarios del PRM, para también involucrarse en una modificación a la Constitución que puede esperar a mañana, y dedicarse por completo a resolver los males que afectan al 100% de los dominicanos de una u otra forma.
Si las cosas siguen como van, el país se tornaría ingobernable en pocos meses, porque las mentiras, principal columna de este Gobierno desde que asumió en el 2020, se caen, y al parecer, la población se ha dado cuenta y no está dispuesta a seguir con el “jueguito”.
La población sensata debe estar pendiente, atenta, porque sería muy lamentable que República Dominicana colapse en todos los aspectos, y agarre a la ciudadanía “asando batata”.